Claudia Rodríguez

Claudia Rodríguez: Usar el arte para hablar de las cosas que nos importan.

Psicologa de formación, escultora de profesión, esta artista que interviene la calle desde hace treinta años, asume que “hay un hueco social en donde mucha gente se está interesando para tener una voz.” Y justamente el arte abre una conversación sobre los temas que duelen.

Por Rosa Esther Juárez

La transgresión como consigna. La risa como herramienta para desmontar mitos nacionales. En el trabajo de calle de Claudia Rodríguez parece prevalecer una idea de travesura para invitar a conversar de los temas que dividen a la sociedad. Para la gente “el Arte no es amenazante”, por lo que se pueden hilar las opiniones diferentes sobre un mismo hecho social que nos concierne a todos.

 

¿Por qué haces este tipo de actividades o de intervenciones?

Pues yo creo que parte de lo que me interesa del arte es la posibilidad de cambiar la perspectiva. En la ciudad me interesa mucho eso: recorrerla y siempre tener la posibilidad de verla de diferentes maneras. Y, además, a mí misma también. Me parece que el arte tiene que manifestar eso de que está vivo y en constante cambio. A veces en la calle ves piezas ya en el abandono, no sabes si realmente lo que te significan, si deberían seguir ahí, porque te acostumbras. Me parece que una de las maravillas del arte es precisamente que con un gesto, a veces, puedes transformar las cosas y darles otra mirada.

 

Sería un poco intervenir la ciudad para…

Para cambiar la perspectiva, porque me nace, porque no lo puedo evitar, jaja. También es eso, me gana, jaja. Quiero hacer esto, me divierte.

 

¿Cómo se entretejen tus estudios de la psicología, con el arte?

Al cien por ciento. Una porque la psicología también es la posibilidad de cambiar la perspectiva y entender las conductas para poder también transformarlas. La otra es que, en psicología, a mí siempre me interesó el area social. Siempre fue mi pasión. Entonces ahora, con el arte, pues encuentro un camino perfecto al arte social. 

 

Tienes una personalidad muy delicada. Pero tus intervenciones son muy contundentes. Eso de poner a los Niños Héroes a jugar Hula Hula, o lo de barrer cenizas en el palacio de gobierno… 

Sí. La verdad es que el otro día platicaba con una amiga y le decía, acordándome de unas cosas que hice (no sólo esas, sino otras), le decía “Yo creo que antes era muy valiente”, jaja. Y me dice :“Pues todavía”.

 

¿Se necesita valentía para intervenir la ciudad?

Creo que sí, un poco entre que no te importe si te van a decir que si o que no. Si tú ya ves lo que quieres hacer, pues… Yo a veces lo necesito mover, necesito que las cosas sucedan y le buscas por arriba y por abajo, hasta que lo ves hecho. 

 

Aunque te lo prohiban a veces y que te toque un regaño.

Pues el no ya lo tienes. Entonces, mientras puedas ver las maneras… Casi siempre me he salido con la mía. No siempre, pero casi siempre.

 

Y el ¿para qué? ¿Qué intención tienen estas intervenciones? 

Visibilizar la violencia a través de una acción artística. No taparlo, no ser indiferente. Todo el tiempo es esta cosa de “aquí no pasa nada” o minimizar las notas rojas, o decir: “Bueno, pues yo no tengo un desaparecido, no he vivido de cerca un feminicidio, entonces no me importa”. No, ¡sí!. La verdad es que sí me importa y creo que a todos porque vivimos con miedo, vivimos con desconfianza. Porque no se habla, pero sabemos que pasa. Entonces es una forma de decir: “Esto sí esta pasando. Sí somos corresponsables. Si nos callamos también es un silencio que genera algo”. No porque haya arte no pasa nada. Simplemente creo que es una manera de usar el arte para hablar de las cosas que nos importan, nos afectan como comunidad y como sociedad. No significa que vayamos a cambiar nada, pero sí significa que, por lo menos, estamos haciendo una especie de resistencia social a través del arte. Es un tejido colectivo, no solo físico sino también social. Invitamos a familiares de personas desaparecidas. Estamos haciendo como un cobijo social también para esas personas, para que no se sientan aisladas. Porque a veces eso también tienen que padecer, que los ningunean o le da miedo a la gente acercase. Entonces es una forma de decir “Aquí estamos. Hoy les pasa ellos y nos puede pasar a cualquiera”. Y vamos haciendo una resistencia juntos. Y es muy padre porque estás tejiendo y estas platicando. Estás viéndote a la cara cuando ya toda la tendencia es de dividirnos, separarnos, aislarnos. Ahora más, con el COVID. Pero, como sociedad pues yo veo y digo “¡No manches!”. O sea, siempre hay motivos para dividirnos, ¿no? O políticos o sociales. Hasta en el feminismo hay divisiones, dentro del feminismo. O sea, en todo hay divisiones.

 

Hasta en los desaparecidos.

¡En los desaparecidos hay divisiones! Entonces, este tejido lo que pretende es unir. O sea, no importan las diferencias. Si eres hombre, mujer, niño. Lo que tú quieras.

Cuando hablas de cobijo, me parece muy femenino. Una madre siempre piensa en cobijar, en dar de comer. Son las dos cosas principales que hace una mamá.

Creo que, de alguna manera, el hecho de que seamos mujeres en la colectiva tiene esa fuerza o ese impulso de cuidado, de cuidarnos. Y no es el único proyecto que tenemos como Colectiva Hilos. Empezamos un año anterior con otros proyectos. Hablábamos a través del hilo. Amarrábamos personas a sus apegos. Era, o es, una forma de hablar de las cosas que pasan. Cuando se acabó la gasolina por lo del huachicol, que estaban los dispensadores ahí sentados junto a las bombas de gasolina( no había chamba ni gasolina), los amarramos a sus bombas para hablar de lo que estaba pasando, la impotencia y de una serie de cosas.

Es hacer evidente eso, los hilos…

…que nos mueven, así se llamaba esta serie. Lo que nos interesa es hacer evidentes las cosas que pasan. Para eso hago lo que hago, el tipo de intervenciones que hago.

¿Qué entiendes, entonces, por el arte? Porque también eres escultora y tus piezas están en la calle. 

Para mí es algo muy flexible. A mi todo lo que te encierra en algo me incomoda,. No hallo la manera como de salirme de ahí. Entonces, pues sí: Vivo del arte desde hace treinta años. Obviamente no de estas cosas, pero vivo del arte. Creo que es una forma de expresión humana desde que nacemos. No lo veo propio sólo de los artistas. De alguna manera los niños nacen con una creatividad tremenda. Y, bueno, ya después el hecho de que te dediques a algo, una expresión de este tipo (plástica o visual) pues ya vas encontrando los lenguajes. Y más si te dedicas a eso y vendes y todo… bueno, pues ya eres un artista.

¿Qué es para ti la ciudad? En concreto, Guadalajara.

Ciudad me suena a algo súper complejo. Caótico, lleno de capas, un poco como las cosas que se suceden al mismo tiempo y, a la vez, una organización también. O que intenta ser una organización. Pero, pues, Guadalajara, aunque yo no nací en aquí, sino en Ciudad de México, le tengo mucho cariño. No me siento tapatía, pero le tengo mucho, mucho cariño porque he vivido las mejores cosas aquí. He visto cómo se ha ido haciendo cada vez más violenta. Me impresiona como ya es cosa de diario hablar sobre cómo proteger tu coche. Si le pones un candado, que para que no te vuelen la computadora, que para que no te vuelen el carro, para que no te asalten. Pienso que, conforme va creciendo la ciudad, nos vamos aislando también más. Si es tan grande ahora, pues necesitas un coche. Si vas a pasar tanto tiempo en un coche, pues necesitas un teléfono celular. O sea, va tan ligado a la generación de necesidades. Todo se va complejizando y se va haciendo más violento por lo mismo y nos tenemos que cuidar más. Entonces, me parece que pues justamente el intento de estas piezas tratan como de buscar otro lado de ver la ciudad. O sea, la ciudad también camina con dinero. La mueve el dinero. Ves edificios que se construyen y dices: “¿No que estamos en crisis? ¿Entonces de dónde sale tanto dinero y de dónde salen tantos edificios?” Y ya no hay lugar ni para los coches, ya no caben coches en ningún lado. Antes te estacionabas donde quiera y ahora no cabes.

Esencialmente es caos.

Caos. Sí, me parece caos. Ir al Parque Rojo todos los domingos, como hacemos como Colectiva a tejer, estamos haciendo un proyecto donde, ahí, el dinero no es lo que nos une. Si necesitamos de pronto material y vemos la manera de que alguien apoye con material para seguir el proyecto. Pero no es lo que invita, no es lo que atrae, no. Y eso me encanta. Es un proyecto voluntario donde quien teje, platica, se abre. Acabamos de tener una experiencia increíble ayer con una persona que iba pasando. Un hombre que vió el letrero de “Contra desapariciones y feminicidios” y empezó a cuestionar: “¿Qué pasaba con los hombres que son agredidos por mujeres?” , nos dijo. Y se abrió de una manera increíble a contarnos su historia, cosa que le agradecí muchísimo porque ves cómo el machismo también afecta a los hombres. Son cosas que genera el estar ahí, sentada tejiendo con una intención y una apertura que todo mundo puede ser partícipe. Y hay un diálogo que tal vez de otra forma tal vez no se dé . Y eso es lo que intentamos, ese tejido social de acercarnos de otras maneras que no son las que te dicen. O sea, no es un atractivo de: “pues ahí voy a ganar una lana”.

 

¿Cómo ha sido la participación del público?

Muy padre, la verdad es que muy interesante. La gente se acerca. Me llamó la atención un señor que tenía dos niños de como diez/once años y los niños jalaban al papá para ir. Llegaron ya casi cuando nos íbamos, pero se fueron y luego volvieron. Como que estaban realmente interesados, sobre todo los niños en participar. Entonces, ya, el papá les dijo “Bueno ya, hoy no, pero vamos a venir el próximo domingo”. Ellos tal vez no están pensado en feminismo y desapariciones, pero les llama la atención que la gente esté ahí tejiendo. Lo primero que llama creo que es el color. El color rojo extendido ahí y tanta gente participando. Por lo general invitamos a las personas que tiene curiosidad a unirse, les explicamos el proyecto. Algunos se quedan, otros dicen que regresan después.

¿Su reacción es de interés y de curiosidad?

Exacto. De pronto hay alguna aportación. Ayer llegó un señor diciendo que él estaba muy interesado en el tema y que tenía la sugerencia de que publicáramos en las redes sociales. No a los coches polarizados, que porque ahí es donde se los llevan. Dice “Pues es que nadie hace caso”. Siempre hay como una retroalimentación muy interesante, es muy familiar y el Parque Rojo es un punto extraordinario. Además, es un proyecto que estamos replicando en diferentes estados, hay como una sensación de que realmente hay una carencia ahí. Hay un hueco social en donde estamos en un momento especifico, llegando a través del arte. Por otro lado, puedes hacer muchas cosas a través del arte porque no es muy amenazante. Pero sí notamos que hay un hueco social en donde mucha gente se está interesando en participar para tener una voz. Es una forma, ante la impotencia de que no puedes hacer nada, por lo menos tejemos. Nos tejemos. Eso es muy sanador, también.

¿En qué otros estados están?

En Querétaro está creciendo en distintos municipios. Creo que es en donde más ha crecido. En Puerto Vallarta también, porque hay muchas colectivas tejiendo desde el 2020. En Chihuahua y en Ciudad de México. Estamos haciendo redes vinculándonos con otros organismos para hacerlo en más estados y que crezca a escala nacional.

¿Cuál dirías que es el impacto que tiene lo que están haciendo?

Creo que es fuertísimo. Creo que la visualización de esa mancha de sangre, porque sí lo representa, te llega. Es difícil ser indiferente a eso y ha tenido muchísima difusión en redes, en los periódicos, en revistas. No nos imaginábamos que iba a tener esa capacidad de llegar a tantos lados. ¡A veces, sí, la imagen habla más que mil palabras!

 

 

 

 

¿Cuál sería el mayor obstáculo que han tenido o al que se han enfrentado?

El tiempo, ¿no? Creo que nosotras somos muchas y nos hemos podido organizar a pesar de que cada una de las diez/once somos muy ocupadas, es un equipo súper interesante. Hay periodistas, diseñadoras, gestoras culturales, una fotógrafa increíble, hay artistas. Pero los tiempos a veces nos comen.También el tema económico. Que funcionamos ahora si que por nuestros medios. Todo empezó por una donación. En 2012 yo hice un proyecto similar, pero en el Río Santiago y con hilo blanco. Y, a raíz de ese proyecto que duró tres años, un empresario me donó medio contenedor de hilo de yute, de Bangladesh. Y de ahí salió la Colectiva Hilos, porque a mí me interesó utilizar ese hilo para proyectos sociales, de manera colectiva, con otros artistas, para hacer este tipo de proyectos. Entonces empezó la Colectiva. Estuvimos año haciendo distintas cosas, entre ellas los amarres,  justo comenzamos el día de “Cenizas”. Porque afuera ese día, en la Plaza de la Liberación, estuvimos aventando el hilo en las letras de “Guadalajara” y, ahí, nos bautizaron como Colectiva Hilos. O sea, ya nos juntábamos pero todavía no teníamos el nombre. Y ese día estábamos haciendo esa acción en Guadalajara, que quedó increíble porque la gente iba pasando y nos ayudaba a aventar el hilo de un lado para otro de las letras de Guadalajara. Después de esa acción, corrimos a Palacio de Gobierno a cambiarnos, para la inauguración de esa exposición. Todo embonó padrísimo. Ahí nos bautizamos como Colectiva Hilos. El material donado se terminó y comenzamos a comprar rafia, de la misma que yo hacia en el río, nada más que roja.. Afortunadamente hemos, por lo mismo de que ha fluido, tuvimos una persona, un empresario interesado en Querétaro que nos apoyó con impulsarnos a llevarnos a Querétaro a tejer con viáticos pagados. Nos apoyaron con una página web y con apoyo también para material.

 

 

Es otro impacto. Otro impacto social también.

Sí, exacto. Así es como empezamos a crecer en Querétaro. También nos han invitado en el ITESO a tejer, nos han apoyado con material. Ya fuimos a EDUCARE y también nos están apoyando. Es así como vamos consiguiendo y, además, llegándole a alumnos que nos interesan mucho. Nos interesa muchísimo llegarle a esas generaciones. No nada más a la gente que está en nuestro medio, sino a la gente que no está en nuestro medio. A los jóvenes y a aquellos que también han pasado o tienen que cuidarse, porque es a ellos a los que les toca esta violencia.

 

 

¿Cuál es la mayor satisfacción que has encontrado en todo esto?

Bueno, en este proyecto en específico, que hemos podido seguir creciendo y que estamos dando, de alguna manera, dando respuesta. O bueno, no dando respuesta sino pudiendo representar o visibilizar o apoyar. A darle esta visión a la ciudad. A sacar a flote algo que se quiere enterrar. Bueno, pues es que también eso es el arte, ¿no? Hacer ver lo que no se ve o lo que se pretende que no se vea. Y poder involucrar a muchas personas y ser como… Es que, es difícil decir si “ser un cobijo (o no)” para personas con un familiar desaparecido, porque eso lo tendrían que decir ellos. Pero, por lo menos, nosotros no quedarnos con los brazos cruzados. De mantener esto una acción viva que va creciendo y que es el mejor fruto, ver que sí crece. Y también pues que todo lo que vamos aprendiendo como Colectiva hacia el interior y Colectiva hacia el exterior.

 

¿Tienen reglas para participar?

No, es muy orgánico. Nada rígido. Si a alguien se le complica la vida y no puede pues no va, va quien puede. Si alguien dice “yo puedo ayudar en esto”, ayuda. Hay quien se va a vivir fuera y, desde lejos ayuda. O no puede, está meses sin participar y luego vuelve. O sea, es como muy, muy abierto. Es como me gusta ver la vida. Nada forzado, libre y que estás donde estás donde quieres, haciedo lo que te interesa, lo que te gusta hacer como persona, como artista, donde aprendes, donde sacas lo mejor de ti y de los otros. Es algo que a mí me interesa mucho cuando trabajo de manera colectiva. Podría decir que ya el hecho de hacerlos ya es una gran satisfacción.Y de vivir de ello más, aunque siempre me las arreglo. A lo mejor de lo que vivo es otra mecánica para poder hacer los proyectos que no me pagan y, a lo mejor, a los que les tengo que invertir pero que no me importa porque me satisfacen muchísimo. Entonces, le voy combinando.

 

 

 

¿Cuántos años de intervenir la calle?

Fue en el 2000, en una exposición. Me invitaron a un homenaje a Duchamps. Era en una vidriera. De pronto iba por López Mateos y vi un edificio abandonado con un vidrio grafiteado, así con las medidas del gran vidrio de Duchamps, y yo dije “Tiene que ser mío, sí o sí”. No dormía, me decía “Ya, tengo que ir porque alguien más se lo va a llevar”. Son de esas cosas que me voy a llevar conmigo a la tumba. Porque tenía las mismas dimensiones… ¡era perfecto! Entonces me dieron chance en la vidriera de abrir un muro para poner mi vidrio todo grafiteado.

 

 

Estas intervenciones son como travesuras que haces a la ciudad, le haces trampas o chapuzas.

¡O necesidades! ¿No? Porque yo, te lo juro que lo vi y… no había manera. O sea, iba a ser mío (si no me lo ganaban). O sea, era sí o sí. Una vez me invitaron a hacer un altar de muertos (de mis primeras exposiciones) en el Foro de Arte y Cultura, que era aburridísimo. Súper grande. Y, a la hora de la hora lo vi y dije: “Es que tengo que hacer aquí una exposición”. Y llegaron el día a ver el altar de muertos y yo ya tenía toda una exposición individual llena de piezas y de obra con videos, ¿y el altar? No, pues, ¡cuál altar! ¡Yo hice mi exposición!

 

 

 

También está en el fondo la idea de la transgresión…

Sí. Y es un poquito también lo que hacemos con Hilos, la primera etapa de lo que hacíamos, era amarrar o intervenir espacios de galerías o de museos. También es un cuestionamiento: decir, “no me invitaron. No estoy exponiendo, pero estoy interviniendo y es igual de válido”. ¡Queda en el currículum!

1 Comment
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    Posted at 16:56h, 01 agosto Responder

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