Mónica Leyva

Mónica Leyva: El Arte tiene que encontrar un eco en el otro

La realización de conjuntos expresivos que muestran hasta qué punto los diversos lenguajes, solo son uno: la palabra poética, el textil, o la cerámica, convergen para conducir a la reflexión. Esta artista esperaría que sus ideas se queden en quienes se encuentran con su trabajo, cuya materia es la tierra curtida por el sol, la sangre menstrual, la palabra cacofónica. 

Por Rosa Esther Juárez

Aunque confiesa que el mayor obstáculo en el desarrollo de su trabajo es ella misma, Mónica Leyva, arraigada en el barrio del Expiatorio, es una artista bien plantada que además disfruta de todo el camino que transita para lograr concretizar en piezas su idea del mundo que ve, un mundo que ya no puede ser el mismo. Centrada sobre todo en la expresión de sus ideas, acepta que el Arte necesita ser visto por alguien más.

¿Cómo definirías la ciudad de Guadalajara? ¿Por dónde te mueves?

¡Híjole! Yo desde la ciudad leo todo. Siempre ando por aquí, por la colonia Americana. Tengo 19 años viviendo por el Expiatorio y pues, no sé… a mí me gusta mucho andarla,  la veo como un ser vivo. Por medio de la ciudad te puedes dar cuenta de qué está sucediendo ahí. Ahorita, de hecho, toda mi zona está con muchísimos indigentes y está muy sucia. Y eso que no soy una persona negativa, es algo que me preocupa porque, en general, me encantan las casas, me encantan sus estructuras, me encanta encontrarme gente que me conozca. Para mí, la ciudad es ese microespacio donde me siento segura, donde debería sentirme segura y sabida por otros. Me gusta ir a la papelería y que sepan mi nombre. Voy a la misma papelería. Voy a los mismos cafés y me gusta que sepan dónde ir a cobrarme el café si no traigo con qué pagarles, ¿no? La de la tiendita…

¿Es como un vecindario?

Es un vecindario donde yo soy conocida, donde conozco a la gente y donde me encuentro a otros que también viven por el barrio. Todo el tiempo nos estamos encontrando. Hay gente que no es propiamente mi amiga pero hay como una fraternidad, un afecto real construído en la calle a base de vernos, de estar en cafés coincidiendo, a base de estar habitando nuestras calles.

¿Cuál es el por qué de tu actividad artística? Sé que además haces poesía, con tu alter ego, Volta.

Me nació de una forma espontánea y cien por ciento sanadora. Era una necesidad que tuve hace unos cuatro o cinco años, por escribir. Desde entonces empecé a hacer poesía. Pero yo no sabía que escribía poesía ni que iba a dedicarme a ello. Antes había hecho arte textil, otros proyectos de gestión con el arte textil o textiles comunitarios colaborativos. Por angas o mangas dejé un tiempo, entre que la maternidad y negocios que tengo, de producir arte objetual. Pero seguí haciendo gestiones. Escribir que es lo que hago ahora, es espontáneo, es algo que me surgió. Lo convertí en un proyecto artístico cuando ya me clavé a cruzarlo con otras cosas que me interesan, como la parte estética. Entonces empecé a hacer piezas, objetos, donde vertía poesía concreta. En este caso, por ejemplo, los hago en Etzatlán con tierra de ese pueblo, que es el pueblo de mi madre y de mi abuela. Entonces llevo todas estas palabras y todas estas poesías a piezas tangibles hechas de adobe. Hago adobes, por ejemplo. Y, después, estas mismas poesías las tengo que decir en voz alta y hago mi alter ego Volta. Todo tiene que ver con eso, con poderlas expresar desde distintos puntos. Son piezas, muchas cacofónicas, abstractas, que en realidad no están narrando nada sino que están desestructurando un lenguaje desde donde propongo que reconsideremos ciertas cosas. Tengo que poner un ejemplo para que sea más claro. Por ejemplo, tengo una pieza que está basada en la frase “hambre de poder”. Entonces, ese poema abstracto, cacofónico, es “hambre de poder” y luego digo:“hambrre, brre, brre/de, de, po, po, po, po/Po, po, po, de, de, derr/Poderr, poderr, poderr, poderr/Derr, derr/Derrt, por der derr.”

Lo que quiero con esta recomposición es que también nuestro cerebro pueda pensar qué es hambre de poder. Y la llevo a diferentes caminos a través del arte haciendo, tortillas de cerámica, abstractos en la poesía. Poniendo en cada tortilla un pedazo de la poesía y, luego, esas tortillas se coleccionan en conjunto. Entonces hago una red de coleccionismo de este poema en donde propongo que nos apropiemos de este pensamiento de “¿qué es el hambre de poder?” Y qué es, aplicada a un contexto local y nacional a través de la comida o de las tortillas. Ahí es cuando todo mi trabajo lo repienso para el arte y desde el arte, es decir, en conjunto. Otra pieza que tengo sobre “Hambre de poder”, la escribí con sangre menstrual sobre papel. Y, a la hora que la cambio de soporte, empiezo a hablar de otro tema que me importa mucho, que es el de las mujeres, nuestro lugar en el mundo, la necesidad de reconfiguración, empoderarnos. Entonces, en papel este mismo poema ya significa otra cosa. Al no repetirlo como tal, o sea no escribir “hambre de poder, hambre de poder, hambre de poder”, intento eso. Que volvemos nuestra mente flexible y, al momento en que lo interpretamos, también nosotros nos volvemos eco de esa misma voz alta porque tienes que repetirlo. En ese ejercicio, estás tú mismo pues es una interpretación vocal y sonora dentro de ti.

 

Eso se parece mucho a lo que ha propuesto alguna vez Alejandro Jodorowsky con la psicomagia, ¿no?

Sí, tiene una parte ritual para mí. Esperaría que, para los que lo consuman, tenga también una parte así… entre ritual, mágica. Como artista llevar las cosas así, pues… No soy Jodorowsky, jajaja. Pero sí es parte de la idea.

¿Para qué haces todo esto?

Es una necesidad vital. Mi quehacer como artista siempre ha sido desde un lugar así: egoistoide, muy egocéntrico, quizá. Porque, en primer lugar, lo hago para mi. Tengo una honesta necesidad de hacerlo. Y en segundo sí responde a mi necesidad de mostrar el mundo que estoy viendo y la intención de que otros lo puedan repensar. Son una especie de pequeños reclamos o puestas en común. No pienso en los otros cuando yo hago arte, o cuando hago esta complejización de mis piezas, o esta diversidad de medios, por mejor decirlo, pues lo hago para plantear estas ideas que, en el fondo, pienso que tendrían que ser sencillas para el otro. Pero no me preocupa el otro. Realmente sí es algo muy personal.

Entiendo que es, antes que nada, una necesidad de expresión personal. ¿Y eso para qué?

Híjole, es que esa es la pregunta de los 54 mil, ¿no? Es la pregunta del arte y del artista ¿para qué y por qué? Porque yo como artista, no pretendo hacer un acto político ni pretendo ser un agente de cambio. Pienso que esas tareas son para otros gremios. Pero sí puedo darme la obligación de ser honesta con mi trabajo y de plantear las ideas que a mí como ser humano y a mí como ciudadano me interesan. Más allá, mostrándolas de maneras estéticas o dialogando con lo que significa ser artista en el 2022 y mujer pues… creo que… el para qué… Pues no, no sé, es muy difícil esto, jajaja. Porque no me puedo dar más crédito, ¿si me entiendes? Como decir: “¿Para qué? No pues ¡para que el mundo cambie! ¡Chin! Jajaja.

¿Cuál ha sido la satisfacción más grande de todo esto que has hecho?

Híjole, la satisfacción más grande es resolver cosas que a mí me interesa plantear.

¿Como cuáles?

Pues como éstas que te comento. Como el lugar que tenemos las mujeres en el mundo, los paradigmas que es necesario ya terminar.

¿La satisfacción es sobre todo poder expresar esas ideas que tu quisieras como desestructurar?

Sí. Mi mayor satisfacción es poder, realmente como artista, proponer, desestructurar esas ideas que a mí me interesan y también que la pieza funcione. No sólo hacerlo por hacerlo, sino yo misma tener esa lucha conmigo, y encontrar la pieza más adecuada para poderlo expresar enfocada en el arte contemporáneo.

¿Y cómo sabes que la pieza funciona?

Porque sí logra tener cierto eco en otros. Necesariamente el arte, desde mi punto de vista, tiene que encontrar un eco en otro.

¿Y quién es ese otro? ¿Tienes definido a quién te estás dirigiendo?

Pues sí. Pienso que tendría que interpelar, en general, a todos porque todos somos personas sensibles. He tenido la oportunidad de estar en ferias, o de estar con mis exposiciones, o hablar, sí con personas interesadas en el arte contemporáneo, que es un segmento corto de la sociedad, por así decirlo, y que ellos también tienen un interés genuino en estos lenguajes que también se vale querer consumir cierto arte. Pero también con otras personas con las que tendría este intercambio. Ya sea los adoberos con los que trabajo. No sé, en general. Quisiera pensar que sí hay comprensión o eco, pero no lo sé tampoco. Jajaja, me encantaría saberlo más.

Y, en ese sentido, ¿qué es lo mejor que te ha pasado con estas intervenciones?

Pues es que no podría definirlo como lo mejor que me ha pasado. Yo siento que estoy en un camino en el que todo me da mucha satisfacción. Soy muy apasionada. A lo mejor sí, lo mejor que me ha pasado y que logró cuadrarme como persona, fue haber encontrado de manera casual el adobe como materia. Porque implicó para mí agacharme, tirarme pecho a tierra, agachar la cabeza, trabajar con ese material en el sol y en el campo. Eso lo considero una oportunidad. Algo que estoy agradecida de tener acceso a Luis, el obrero que me ayuda, y me permite trabajar en su espacio; que hayamos conectado bien y que nos entendamos. Él entiende que estoy haciendo, y esa es una gran satisfacción. ¡Sí está bien cañón! Jajaja, está bien chido Luis.

¿Cuál es la respuesta que has tenido con el público? De esos otros que dices que son a quienes está dirigida la pieza.

Creo que en el caso de la serie, “Mensajes ante la catástrofe”, la última serie que he estado trabajando estos años, en la que escribí frases, poemas u objetos que yo pensaba que podían pasar en un futuro o encontrarse en un futuro. Que, si se destruye el mundo, lo que va a quedar va a ser estos fragmentos de tierra compactada que la historia nos ha entregado ahora y que son los inicios de nuestra civilización. Así nos lo han contado. Siguiendo este hilo de esta idea hice esta serie. Y, en general, creo que las personas se identifican con los escritos en la tierra. Son muy sencillos, hay frases que dicen “tierra bailada, tierra pisada”.

¿Qué responde la gente?

¿Quieres que haga mi egoteca?…Jajaja

¿Qué impacto crees que ha tenido en el público?

Ay, que difícil pregunta. A mi me gustaría pensar que se sorprenden, que se conectan. Que hay piezas más fuertes que otras que te tendrían que dejar no en un instante nada más. O sea, sí, disfrutarlas estéticamente, pero de pensarlas. O sea, a la mejor sí. Espero que les pase eso, pero no lo puedo saber. Que los deje pensando en otros días. “Ah, eso que leí… ¿Por qué estaba escrito de esa forma?”. Hasta mi hijo, a veces ve mis cosas y me dice “Es que eso está mal”. Y yo “¿Por qué está mal?”. Y luego lo vuelve a leer y me dice “Es que, ¿por qué está escrito así? ¿por qué dice ‘frijoles amores’? ¿por qué dice ‘plátano macho’?”. Entoncecs yo le digo: “Vuélvelo a leer otra vez y piénsalo y me dices después por qué está así. Por qué está mal escrito, por qué crees que no funciona”. Creo que ya estoy comprendiendo lo que me gustaría responderte. Creo que el arte no debe ser fácil para las personas, ni les debe dejar una sonrisa. Debe complejizar un poco más. El arte contemporáneo, en general, está buscando esto. Que tú, a través de verlo, lo disfrutes estéticamente. Por un lado te da toda esta calidez que te puede dar la Tierra, rojo, creciste ahí. Pero el mensaje no tendría por qué hacerte tan feliz siempre. Porque sí me gustaría llegar a ese lugar donde tú te preguntes “¿Qué es eso?”. Que, al menos, ese objeto te de cierta…

¿Incomodidad, digamos?

Una incomodidad y, también, un lugar donde tú quieras investigar más. Y quieras hacer preguntas, y quieras consumir más. Porque esa fue mi experiencia. Yo así… empecé a consumir mucho arte de joven, y hay una pieza que me marcó y la sigo pensando. Hace 22 años que vi esa pieza y la sigo pensando.

¿Cuál?

Es un japonés que trabaja con hormigas. Trabaja con comunidades de hormigas. Y, entonces, había puesto, en unas banderas de las repúblicas, en ese tiempo de la Guerra Fría, que ya había terminado, pero de todos estos países que estaban en el este de Europa. Y les había soltado una comunidad a estas banderas. Que yo pensaba que estaban hechas de unicel pero, en realidad, eran de azúcar. Pintadas, coloreadas. Entonces estaban en un plexiglás, protegidas en el Techmuseum, y cada bandera había sido devorada por una comunidad de hormigas. Esas hormigas estaban, después, muertas abajo. Como, además de todo eso que habían consumido, se habían quedado en el plexiglás muertas. Es un artista japonés, ahorita no recuerdo su nombre, que trabaja con puras comunidades de hormigas. Y yo iba y veía la pieza, y veía la pieza, y veía la pieza, y decía “¿Qué es? ¿Es plexiglás? Sí, pero es unicel. ¿Y cómo esas hormigas se comieron el unicel? ¿Y estas banderas?” Muchos años estuve tratando de dialogar con esa pieza. Hacia unos textiles que germinaban. Trataba de hacer una especie de textiles vivos, con machetes y forrados con telas suaves. Que, a la vez, tu regabas y salía vida de ellos. Como esa pieza… Me causó tantas cosas, emocional y mentalmente, que por eso encontré en el arte contemporáneo el lenguaje idóneo para poder hacer cuestiones para analizar el mundo desde un lugar más pleno. Porque, como ser humano robotizado, no disfrutas el mundo. El mundo es complejo y el arte es un lugar que tendría que estar en un lugar muy… risky. El arte tiene que estar en un lugar…

Al filo de la navaja…

Sí, al filo de la navaja. O en una especie de… Como si estuvieras arriba de una alberca donde puedes pisar pero no sientes sólido, ¿no? Y te puede permitir a ti mismo reconfigurarte, observar, reobservarte, ver al otro…

Es mucho, ¿no? Lo que se le pide al público.

Lo que pasa es que creo que el mundo nos está pidiendo eso a todos, ¿no? El podernos rehacer. Ya no podemos ser las mismas personas, ni las mismas mujeres, ni los mismos hombres. Pero no te lo digo desde el lugar de los paradigmas que se han roto. O sea, no te lo puedo decir desde los hippies, porque ya no existen; ni desde el comunismo, porque las teorías económicas no han dado los resultados que necesitamos; ni desde el matrimonio como institución, ni de la iglesia como institución. Entonces sí te entiendo esta parte donde el 2022, en general en el mundo, nos puede tener a todos mucho más desbalanceados porque no tenemos ciertas cuadraturas o esquemas de los cuales sostenernos y decir “bueno, es que la vida es A, B, C, D”. La vida ya no es “A, B, C, D” para nadie, pero quizás el arte te puede dar alguna pista de por dónde está ese “A, B, C, D” y, a mi, tomar la tierra en mis manos logró conectar con mis antepasados, con mi tierra y completarme como persona en este momento. Me ha servido para eso. Y, en general, el apropiarte también de tu lado estético. Tus posibilidades creativas creo que también te ayudan a poderte reconfigurar de una mejor manera ante el mundo. No quiere decir que todos somos artistas, porque no todos somos doctores ni todos somos ingenieros ni seguimos una línea de estudio en una especialización. Pero sí, todos somos unos entes creativos que nos podemos conectar con nuestro ser mucho más… sensorial. Creando y haciendo. Y, no sé, tampoco quiero decir que el arte está dogmatizado…

 ¿Cuál es el mayor obstáculo que has enfrentado para hacer tu práctica artística?

Para mí, mi mayor obstáculo he sido yo, jajaja.

¿Por qué?

Porque siempre estoy peleada conmigo, con mis ideas. Y durante muchos años, siendo más joven, tuve una autocensura importante. Estudié comunicación. Entonces, me costó trabajo también hacerme como artista, investigar y estudiar. Y sí estoy muy interesada en el arte contemporáneo. En ese momento sentía que no tenía esa posibilidad de plantearlo como yo quería. No sé si era porque estaba más joven, o sentía que era demasiado random lo que quería hacer. Y ya, después, entendí que ese lugar del artista… no tiene por qué censurarse un artista, pero siempre ha sido complejo para mí, mi lado de artista. Siempre he estado peleada y me cuesta mucho trabajo hacerlo. Es un lugar complejísimo que ya más o menos se va alivianando.

Ya está más o menos domesticado, digamos.

Sí porque, en general, me va bien. Lo que hago, lo que muestro… nunca he sufrido. Cuando quiero vender piezas, las vendo. O sea, en general, como artista cuando saco cosas estoy bien. Pero… el problema soy yo.

1 Comment
  • שירותי ליווי אילת
    Posted at 16:57h, 01 agosto Responder

    I needed to thank you for this excellent read!! I definitely loved every little bit of it. Ive got you saved as a favorite to look at new stuff you postÖ

Post A Comment